viernes, 10 de octubre de 2008

"El gol de tu vida"


 - ¿Compañera, me cubres?
- ¡Claro que si Profe Gerardo!
- Mira, aquí están los exámenes, solo es cosa de aplicarlos y cuidarlos mientras los contestan. Ya ves como son de mañosos.
- No hay problema compañero, a mis años está difícil que me vean la cara estos chamacos.
- Por eso te pedí el favor, si le digo al director que los cuide el promedio me sube dos puntos, el pobre señor cree que a los 15 años aún son niños.
- ¿Y Porque la prisa Profe Gerardo?
- Mi nena, llega hoy, me la manda su mama de Jalapa.
- ¡Ah! Vas por ella.
- No, va mi esposa, ella la va a esperar a la terminal, como le tocaron vacaciones. Pero quiero llegar temprano a la casa.
- Ya ha de estar bien grandota
- ¿Eh?
- Tu hija.
- ¡Ah sí! Hermosa, y aterradoramente grande e inteligente. Nos vemos compañera
- Vete con calma, vas muy apurado
- Gracias, no te preocupes. Ahí te devuelvo el favor en cuanto se pueda.
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- ¡Dios! ¡Qué tráfico! ¿Si, Bueno?
- ¿Gordo, donde estás?
- En el trafico chaparra. Dame otra media hora. ¿Y mija?
- Está en la cocina, le serví cereal, pero ni lo ha tocado, algo le pasa, no quiere hablar.
- ¿Cómo? ¿Qué le pasa?
- Tranquilo gordo, no está triste, creo que más bien tiene una “crisis existencial”.
- ¿Crisis existencial a los diez años? No inventes Rocío.
- Ya la conoces. Acuérdate en que bretes te mete con sus preguntas. Es una Mafalda, solo que con síndrome de niño hiperactivo.
- ¡Ay chaparra! Bueno, ya mero llego.
- Ok, te esperamos amor
- Ok.
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- ¡Chaparra, ya vine!
- Hola señor de la casa.
- ¿Todo bien? ¡Qué guapa!
- Si Gordo, todo bien… Ya, ya. ¡Te dije que ya! Al rato “platicamos”. Voy al súper. La nena está en la cocina, sigue viendo la tele y no ha tocado el cereal.
- ¿El cereal de pasitas?
- Si… el de pasitas.
- Entonces es grave.
- Supongo. Le puse  ESPN, va a jugar, ay… ¿El Manchester? ¿Son unos de rojo?
- Sí.
- Pues le cambió a las caricaturas… ¡Si! No pongas esa cara de menso, ve a hablar con ella.
- Está bien amor. ¡Ah! Ten dinero, ya sabes lo que le gusta, a ver si eso comemos.
- Si ya se. “Ándele señor padre”. Su deber lo espera.
- Si, búrlate.
- No tardo. ¿Gordo?
- ¿Qué paso?
- Ánimo
- Ok. Pero primero ven…
- No señor, ya te dije que después “platicamos”. Ya me voy
- No tardes chaparra.
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- Hola ¿Cómo está mi campeona?
- Hola papá.
- ¿Hola papá? ¿Me vas a dejar así? Con los brazos extendidos.
- ¡Papi! Te extrañaba.
- Yo también te extrañaba. ¡Campeona como pesas! Ya Jimena, siéntate. ¿No vas a comer?
- No tengo hambre.
- ¿Quieres Leche?
- ¿Coca?
- Jimena
- ¿Un vasito?... ¿Papi?
- Pero no le digamos a Rocío. ¿Ok?
- ¡Ay si! Todo le dice a mi mamá.
- Ándale, tómatela antes que venga la soplona.
- Jajajajajaja. ¡Está rica! Mama dice que Rocío te quiere mucho, que te ha cuidado bien.
- A, ok.
- ¿Papá? ¿Mi abuelito era buen jugador?
- Supongo que si, fue profesional, tuvo que haber sido buen jugador.
- ¿Te sentiste mal cuando viste no serías bueno para el fútbol?
- Tu abuelo no dejo que eso pasara.
- Yo quisiera jugar tan bien como dicen que jugaba mi abuelo.
- Pues si quieres lo puedes lograr. Tienes que entrenar mucho, ser disciplinada, buena estudiante, lo que siempre te he dicho.
- Mi entrenador dice que no tengo técnica, que no voy a ser buena jugadora.
- Hija, mira… Todo en esta vida tiene una técnica. Y aunque no lo es todo, te ayuda mucho. ¿Porque te dijo eso tu entrenador?
- Ah, es que metí un gol y…
- ¡Espera! ¿Metiste un gol y te dijo que no serás buena jugadora?
- Es que le pegue con la punta. ¡Papá! ¡Fue un rebote! ¡Estaba afuera del área! ¡Solo vi el balón! ¡Estábamos perdiendo! ¡Me acuerdo pateé el balón con todas mis ganas y cerré mis ojos! ¡Luego los abrí! ¡Y todas mis compañeras me abrazaron! ¡Fue gol papá, fue gol! ¡Si no metía el gol perdíamos! Y luego el profesor me dijo que le había pegado mal. Que tenía que ser con el empeine, que fue chiripada, un punterazo todo chueco. Que sin técnica nunca seré buena jugadora y… ¿Papá?
- Hija…dame un segundo
- ¿Qué tienes? Te pusiste rojo
- Olvídalo... bueno, ok… A tu abuelo le gustaba mucho contarme una historia, sobre un partido que él vio, y le gustaba mucho recordarlo.
- ¿Quiénes juagaban?
- Como en los cuentos. Hace mucho, pero mucho tiempo, en 1966, el mundial fue en Inglaterra. Y hubo un partido en especial, Italia contra Corea del Norte.
- Golearon los italianos
- No, de hecho Corea gano uno a cero.
- ¡No… inventes!
- Si hija, como si los Delfines de Jalapa de la tercera división le ganaran al Manchester.
- ¡Uy!
- Albertosi, Facchetti, Rosato, Boninsega, Luigi Riva, Mazzola… no sé cuantos más, tú abuelo se sabía toda la alineación incluida la banca, y me decía: leyendas hijo, puras leyendas. Nena, los italianos son muy técnicos, pero como me dijo tu abuelo, la técnica no lo es todo. Ese día los italianos dejaron el corazón y el respeto en el vestidor, los coreanos no hicieron eso, respetaron a Italia pero sin tenerles miedo, llevaban el corazón lleno de amor por su patria y por el juego. El delantero coreano hizo un quiebre que dejó viendo visiones a los dos centrales de Italia, cruzo al portero y todo el estadio quedo en silencio, todos con la boca abierta, y varios segundos después el público se volvió loco mientras los coreanos se abrazaban llorando.
- ¡Qué padre!
- Cuando yo tenía tu edad me empecé dar cuenta que no sería bueno para el fútbol, pero tu abuelo siempre iba a mis partidos, y siempre me decía que le echara ganas y me aplaudía, aunque yo fuera un maleta.
- Jajajajajajaja
- Si hija ¿Qué le íbamos a hacer? El fútbol no se me dio… un día el portero contrario iba a despejar y fui a estorbarle. ¡Ah sí! A estorbar, porque solo para eso servía, para estorbar. El portero despejo y me dio santo balonazo en la cara, me dejo la nariz rota y toda la cara llena de tierra. ¡Pero fue gol! Reboto en mi cara y se metió a la portería. Si, ríete, eso solo puede dar risa hija. Pero a mí me dio mucha pena. Cuando el partido termino yo no quería ver a tu abuelo, él se me acerco y me dijo, casi me grito: ¿Qué? ¿No fue gol? Y luego me hablo más despacio, se agacho y me tomo del hombro: Hijo, los goles se meten con el corazón y con otras dos cosas, y no son los pies. Que te valga como metes un gol mientras sea legal y sea gol.
- ¿Y viste jugar a mi abuelo?
- Cuando ya tenía años de retirado. Me llevaba a sus partidos de veteranos. Jugaba con su banda… sus cuates con los que jugo de niño, en el llano, cambiándose debajo de un árbol, en potreros llenos de hoyos; caca de vaca, llenos de piedras y unos cuantos lunares de pasto. Pero tu abuelo no hubiera cambiado eso por el vestidor del azteca. Ya corría muy poco, tenía una gran panza.
- Jajajajajajajajajaja
- Pero un viejo jugador nunca deja de tocar bien el balón, y si le daban espacio no fallaba un pase. ¡Y volvió a ser campeón! Atlético Colonia del Cerro categoría masters, o sea mayores de 45 años. ¡Ah! Y fue en tiempo de compensación con un gol de tu abuelo. El portero del otro equipo era un señor igual de gordito. Fue un contragolpe, un defensa salió a romper poco antes de media cancha, tu abuelo venia regresando, el balón quedo dividido entre el portero y tu abuelo, era un balón por alto; y ahí ves a los dos gorditos corriendo como podían para ganar el balón, tu abuelo se adelantó, y antes de chocar con el portero le dio al balón, de aire … pero con la panza.
- ¿Su panza?
- Si mija, una mucho más grande que la de tu papá. Y que chocan los dos gorditos… y van para el suelo. Pero el balón entro, y tu abuelo fue campeón por última vez en su vida. Nunca vi tan feliz a mi papa, decía tu abuela que ni las veces que fue campeón en la primera división lo vio tan feliz. Reía como nunca, como nunca lo vi reír en su vida, corría y corría como si los kilos y los años nunca se le hubieran acumulado tanto, le dio la vuelta al campo mientras abrazaba a todo mundo. Ya casi de noche pusieron lonas, mesas y sillas e hicieron una fiesta en plena calle., salían montones de cerveza y comida de quien sabe dónde. Había una consola que tocaba la música que le gustaba a mi papa y sus amigos.
- ¿Una consola papá?
- Un aparato, muy grandote, en el tocaban esos disco de plástico como lo que tengo de adorno en mi estudio.
- Ah
- Bueno, un señor ya muy ebrio tomo un micrófono y se echó un discurso que daba flojera, solo le hacia la barba a tu abuelo. Él muy incómodo solo saludaba levantando las dos manos como político. Varias veces nos dijo a mí y a tu abuela: ojala ya se calle este idiota. Pero el señor de repente le pidió a tu abuelo que dijera unas palabras. Y tu abuelo que no era de hablar en público no le quedo de otra mas que tomar el micrófono y hablar.
- ¿Y qué dijo?
- Al pasarle el micrófono le pusieron el trofeo enfrente. Primero no sabía que decir. Daba las gracias, saludaba a sus amigos; pero se quedó mirando el trofeo, sin decir nada. De pronto empezó a hablar, como nunca lo oí, como nunca lo volví a oír hablar en su vida. Le pregunto a la gente si recordaban el gol que le metió al Cruz Azul, no recuerdo si dijo en el 73 o el 74; les recordó la jugada, cómo le hizo un tunel a Quintano y cruzo de zurda a Marín. Y dijo que ese gol le valía madre
- ¡Papá!
- Tu abuelo nunca hablaba así. Y dijo: este trofeo es el que más gusto me da haber ganado. Porque lo vio mi hijo, porque lo gane jugando con mi barrio, con mi banda. Porque no importa todo el dinero que ganes, lo que importa es cuando el corazón se te llena, cuando los que quieres te recordaran como un campeón, cuando tu gente te recordara como un campeón. Creo que ya no sabía que decir, levanto el trofeo y todo mundo aplaudía, echaba porras… Arnulfo, Arnulfo ra ra ra…
- Y mi abuelo estaba llorando.
- Si ¿Cómo lo sabes?
- Porque estás llorando.
- Jimena, imagina a un montón de niños como tu halla en Corea del Norte. Empieza a llover y ya no pueden echar su cascara. Desconsolados, bajo un árbol, ven caer las gotas de agua, en eso, uno de ellos recuerda al viejo Pak, y todos corren bajo la lluvia a oír, una vez más, a ese anciano contarles como le metió un gol a Italia, y se los cuenta con tanta emoción y tanto amor que nunca se cansan de escuchar la misma historia una y otra vez, y siempre la querrán escuchar. ¿Y sabes porque mi amor?
- No sé, pero dime papá.
- Porque tu abuelo no metió ese gol o cualquier otro con técnica, ni fue campeón con técnica, y porque los coreanos no ganaron con técnica. Ganaron con el corazón. Hija, si quieres llegar a una Olimpiada, a un mundial, o que una universidad gringa te ofrezca una beca, solo lo lograras entrenado mucho y teniendo buena técnica. Pero el gol de tu vida, el gol “de tu vida”, ese solo lo meterás con el corazón hija. Ven, quiero darte un abrazo.
- Te quiero mucho papá
- ¡Hola! ¡Hola! Ya llegue. ¡Qué bonita escena! Nena abrázame a mí también.
- ¿Qué vamos a comer señora de la casa?
- Pues si me ayudan a prepararla… lasaña
- ¡Si! ¡Bravo Chío!
- ¿Ya ves mi amor? Te dije que todo estaba bien con mi campeona. ¿En qué te ayudamos?


FIN

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